viernes, 29 de mayo de 2015

Mi mujer preferida

No me sorprende que con la edad -55 años- me siento cada vez con una mayor necesidad de estar cerca de mi madre. Esa mujer divertida, irónica, chistosa, activa, medio quejumbrosa pero amorosa como pocas mujeres he conocido en mi vida.
Hace unos días decidió que ¿por qué no? a sus 84 años quería una tablet ¿o una laptop?
La verdad es que yo, como quinceañera a punto de entrar a su baile, me sentí inmensamente feliz y emocionada de poder ser cómplice de la llegada de los hombrecitos que instalaron los cables de fibra óptica, el módem e intentaron con toda la calma del mundo, explicarle a Doña Olga que los foquitos verdes deben estar encendidos, que no importa si la señora que le ayuda en el aseo de su casa plancha en el mismo cuarto en donde está el módem, que no va a gastar más luz por tener encendido todo el día su módem, y una larga lista de detalles. 
Por supuesto que mi madre no tiene un pelo de tonta. Simplemente y como ella me dijo: "a ver sientate en la máquina de coser y termina este bordado". No es fácil ¿o sí lo ves sencillito?" Me reí pero le di la razón, "yo entiendo de computación lo que tú de costuras, overlocks, tipos de telas,
o sea nada hija".
Fue una tarde mágica. Más que de aprendizaje del lenguage de google y de word, nos carcajeamos de tontería y media y decidimos que yo no puedo ser su mejor maestra en esto de las artes de la computadora e internet debido a que nos la vamos a pasear tonteando y no va a aprender nada.
Y así me lo hizo saber: "hijita contigo no voy a aprender porque el tiempo se nos va en pura risa".
Lo mejor de la tarde fueron su libreta y su pluma de lado izquierdo en las que anotaba cada una de las indicaciones, además de una laptop llena de letreros: prender, apagar, borrar, usar mayúsculas, regresar la flecha. Ah y realmente apoteótica resultó su pregunta: "¿me convendrá más una tablet o de plano me voy por una computadora?
Amo profundamente a mi madre, siempre lo he sabido aunque durante algunos años grinchosos me distancié mucho de ella porque sentía que me juzgaba. Craso error de mi parte. Una madre generalmente no juzga a los hijos y Olga es además de actualmente moderna con su laptop, respetuosa del camino y la vida que han decidido seguir cada uno de sus ocho hijos.
Hoy tuve un reencuentro muy amoroso con la mujer que me dio la vida, la que me acompañó durante mi infancia, la que me alivianó en mis crisis adolescentes, la que me solapó permisos denegados por mi padre, la que me hizo un hermoso vestido de novia el día que me casé por el civil. No hubo boda religiosa. La que lloró conmigo cuando murió mi hijo Mario, la que durante los tres primeros meses de vida de Daniel iba a mi casa a bañarlo todos los días a la misma hora, la que me criticó tantas veces por cosas que yo veía entonces como una fatalidad y hoy me rio de ellas como fue la lactancia por ejemplo."Hija no crees que Lucía se queda con hambre. Yo veo que sale poca leche".
Aprendí a escucharla aunque nunca le hacía caso.
Ma te amo profundamente. Hoy reiteré que eres grande porque has aprendido a disfrutar la vida y el hecho de vivir sola; por haber acompañado a mi padre en su lecho de muerte a pesar de que ya no estaban casados. Te admiro porque aunque fuiste educada para ser mamá y ama de casa saliste triunfante del divorcio que ni siquiera te imaginabas te sería solicitado.
Olga querida te admiro y ya nunca te voy a soltar mamá.

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