domingo, 8 de mayo de 2011

¿Celebraciones insulsas?

Celebrar el Día de las Madres me pareció cursi el día que tomé conciencia, o creí que lo hacía, de que todo era consumismo puro y llevado a su máxima expresión.Por supuesto que nunca le regalé a la mía ni licuadoras, ni hornos micro, ni planchas. Es el Día de las Madres, pensaba, no el Día de la Casa. Es más creo que no le regalaba nada. Soy desprendida y tal vez hasta grosera. No recuerdo haberle regalado a mi madre nunca nada. Hoy que tengo 51 años me pregunto ¿por qué? Y la respuesta es clarísima: por rebeldía, por llevarle la contra a los comercios, a los anuncios, a las fechas gloriosas. "El Día de las Madres" por dios santo, pensaba. Yo le puedo regalar a mi madre el día que yo quiera, sin embargo tampoco lo he hecho. Al contrario, estoy distante de ella desde el día que me divorcié.
Olga -como se llama- siempre ha sido una mujer solidaria, comprensiva, nunca se ha metido en la vida de ninguno de sus ocho hijos, excepto si le piden consejo. Pero también ha sido soberbia, demasiado crítica y tal vez pocas veces ha levantado su teléfono para preguntarme cómo estoy yo. No Daniel y Lucía, a ellos los ama profundamente y le importan mucho, pero ¿y yo?
Las mamás duelen y sobre todo cuando eres adulto y tus hijos ya crecieron, ya no tienes que pelearte con ellos por las tareas, o porque coman, o porque se metan a bañar a tiempo porque hay que dormir temprano. Tienes tiempo para hacer un alto en el camino, volver la vista atrás y revisar todo lo que ha sucedido. Siempre, los primeros que están en la silla de juicios son papá y mamá.
Extraño mucho a mi papá. Después de años de distanciamiento logré reencontrarme con él una década antes de que se fuera para siempre. Me llamaba todos los domingos o yo le hablaba a él, platicábamos de política, del país, de mis planes, de los proyectos de mi exmarido. Preguntaba por los nietos pero más por compromiso que por otra cosa. Mi madre y mis hermanos nunca entendieron el distanciamiento entre mi papá y todos sus nietos. Si embargo yo sí. Un día me dijo sin tristeza ni arrepentimiento: "Hija, si entendieras que mis nietos no me jalan". No lo juzgué, ni lo critiqué. Simplemente entendí que el amor, incluido el de los nietos, se gana. No se regala. Mi papá toda su vida estuvo lejos, viajaba mucho. Un buen día mis hermanos y yo nos enteramos de que se divorciaba de mi madre y se casaba con otra mujer. Yo creo que sí nos quería y muchísimo. Batalló varios días para poderse ir en paz. Seguramente esos últimos momentos de vida pensó que hubiera querido vivir su vida de otra forma. Pero creo que cada quien la vive como puede y con las armas que tiene. Las que él tenía eran con las que vivió. Sus armas, que no las mías, hoy se las agradezco  porque gracias a eso soy lo que soy y he aprendido a demostarle a mis hijos física, emocional y psicológicamente que los amo profundamente.
Sobre mi madre pienso lo mismo. Tuvo una madre dura, ruda, toda una matrona. Unas hermanas aplastantes porque pensaban que con maestrías y doctorados tenían al mundo a sus pies. Pero nunca hubieran sido las madres que mi mamá fue y es. Su hermana mayor no tuvo hijos y la menor los tuvo pero ya muy grande. Criticaban a mi mamá porque dejó de estudiar para casarse y llenarse de hijos. Tampoco juzgo, no podría decir quién de las tres fue más feliz, pero creo que la satisfacción que nos dan los hijos es un regalo mejor que un título de Doctorado de la Complutense de Madrid. En verdad no lo sé, ni me interesa averiguarlo. Insisto en que cada quien vive la vida con las armas que tiene y puede usar y que son con las que crecemos.
Escibo todo esto porque ya va a ser 10 de mayo y hoy todo el mundo va a estar enloquecido buscando regalos para su mamá. Yo no, les pedí a mis hijos que tampoco lo hagan. No creo en estas fechas, ni en la Navidad, ni en el 14 de febrero. Soy muy desapegada ¿o amargada? No lo sé. Lo que sí sé es que hago lo que puedo con mi vida y con lo poco que me queda por hacer con la de mis hijos. Tienen 20 y 18 años y lo hecho ya está hecho. Para bien o para mal ellos conocen el mapa del camino por el que yo, María Rosas, creo que deben transitar. Finalmente ellos decidirán, tal y como yo lo hice, que ruta seguir y por más que les he pedido no festejar fechas impuestas no se por quién: insisten en festejar el 10 de mayo. Sin duda nadie sabe para quién trabaja. ¿O estaré mal yo?

domingo, 1 de mayo de 2011

Homenaje a la amistad

¿Cuántos años sin verte mi querida Norma? Y nuestro reencuentro de ayer fue maravilloso porque pareció como si nos hubiéramos visto un par de semanas antes. La tarde no fue suficiente. Siempre tenemos tanto y tanto de qué hablar. Tenemos una larga historia compartida, cariños compartidos, amigos compartidos, complicidades bien guardadas.
Te recuerdo hace exactamente 24 años sentadas en un café llorando juntas la muerte de mi hijo Mario. Siempre fuiste tan solidaria y tan amorosa que cómo nos iban a distanciar tus idas y venidas por Estados Unidos, Asia y los lugares en donde siempre estuviste de entrada por salida debido al trabajo de Carlos.
Ahora estás de regreso ¿por cuánto tiempo? Eso no importa. Porque aunque pasen 15 años sin vernos y ni siquiera conozcamos a nuestros respectivos hijos, siempre sabemos que ahí estamos, como siempre, como antes. Tan amigas, tan entrañables, tan cercanas.
Regresaste a un país totalmente desconocido para ti. Hoy,  muchos de los que vivimos en esta ciudad, habitamos en un lugar extraño, ajeno, irreconocible. No es ni en sueños el México que dejaste. No te puedo decir si es mejor o peor. Sólo te puedo decir que vivimos temerosos, muy cautelosos, con un poco de miedo. Y yo sí le tengo miedo a la inseguridad, pero más me asusta que nos hemos vuelto una sociedad egoísta, solitaria, desinformada. Hasta idiotizada por la televisión y la influencia de las nuevas tecnologías. Me asusta que la gente ya casi no lee. Muchos por falta de tiempo, otros por flojera.
Ayer murió Ernesto Sábato y de las 10 personas a las que les compartí mi pesar por esa pérdida, sólo tres supieron quién era. Y te hablo de gente que por obligación debería leer un libro al mes.
A la gente ya no le interesa la gente. Estamos tan solos que llenamos ese huequito escribiendo cualquier cantidad de tonterías en Facebook y Twitter. Nos hemos vuelto tremendamente narcisistas, y me incluyo.
Te podría decir, y me expongo a que me linchen todos mis amigos facebookeros, que me da gusto que en China haya prohibición de esas redes sociales. Supongo que tus hijos en cuanto se familiaricen con las redes sociales se van a engolosinar. No los dejes. En verdad son adictivas. Los chavos pasan horas enteras metidos ahí, husmeando en la vida de los demás, escribiendo puras tonterías, agrediendo a los demás, destrozando el idioma español. No quiero parecer hipócrita ni purista. Yo misma soy asidua perdedora de tiempo en Facebook.
Querida Norma, que bueno tenerte de regreso. Como ayer tú me decías: "tengo que empezar a reconstruir mi vida profesional a mi edad". No estamos viejas para nada pero sí es cierto que el desempleo golpea fuerte y no somos las primeras de la lista. Resultamos muy caras para las empresas y sabes por qué, por la experiencia acumulada, la vida que hemos vivido, lo exigentes que somos con lo que nos rodea y porque pertenecemos a una generación revoltosa que no se conforma, que aun a contracorriente sigue peleando muchas batallas perdidas hace tiempo. Obviamente no nos tragamos muchos cuentos ya, pero sí seguimos creyendo en valores como la justicia, la solidaridad, la amistad, los límites a los hijos, la lealtad.
Querida Norma otra vez, bienvenida a casa. Tengo pocas amigas pero las que tengo piensan y sienten igual que yo. Gracias por haber regresado a mi vida. Saber que puedo descolgar el teléfono, llamarte y tomarme un café contigo es un privilegio.