lunes, 17 de noviembre de 2014

Mi estrella

Querido Daniel:
 Acaba de ser tu cumpleaños y me conmovió, ni te imaginas cuanto, haber estado contigo parados, volteando hacia el cielo,  y contemplando la maravillosa lluvia de estrellas que se veía desde nuestra ventana. Dice la NASA que este fenómeno se clasifica como Leónidas debido a que las estrellas provienen de la constelación de Leo, mi signo zodiacal. Yo digo que aunque la NASA no te tenga catalogado, tú eres la mejor estrella de mi vida y provienes no precisamente de una constelación, sino de mis ganas de ser mamá. Desde hace exactamente dos décadas y mil 460 días eres mi estrella consentida,  esa a la que diariamente le doy las buenas noches y los buenos días esté en donde esté. Tuve la fortuna de que estuvieras aquí, conmigo, y me regalaste un día maravilloso. Es extraño que tu cumples años y yo recibo el regalo más importante: tu presencia.
La verdad no todo es miel sobre hojuelas como parece que te lo pinto. Tenemos también nuestros desencuentros, pero te confieso que reconozco esa gran habilidad  que tienes para eliminarlos de tu vida en un parpadeo. Desechas rápidamente de tu corazón todo lo que te pueda lastimar y tu cabeza no tiene espacio para los recuerdos negativos. Le ves virtud a lo más pequeño y conviertes en grande cualquier aparente nimiedad.
Recuerdo cuando ibas en primaria, tus maestras amaban tu mirada y la transparencia de tu sonrisa a pesar de que les hacías ver su suerte. Tu papá y yo cruzamos la puerta de la Dirección de la escuela una y otra vez para encontrarnos con una Directora que, a pesar de su preocupación por la forma en que rompías las reglas de la institución, te defendía como si fueras su propio hijo. Tengo grabadas sus palabras y su gran cariño por aquel niño de ojos azules en el que veía solamente cualidades y un gran potencial, aunque la conducta se saliera de los límtes. Durante algunos años luchó contra el reglamento escolar para mantenerte ahí hasta que perdió. Sin embargo estoy cierta que siempre te recordará y seguramente sonreirá al encontrar en su memoria al jovencito Huacuja, como te decía a tus ocho o nueve años.
Daniel gracias por tu presencia, gracias por ser como eres, por saber lo que sabes, por decir lo que dices y por pensar como piensas. Es un gozo ir contigo al cine, al teatro. Comer juntos y hablar sobre las cosas del país. Me gusta mucho el trabajo que tienes porque te ha convertido en una persona informada y preocupada por las cosas que suceden en tu entorno. Te enoja la podredumbre que se respira en tu país y también estás convencido de que tú vas a contribuir a cambiar las cosas. Te ríes como un niño pequeño y amas a tu hermana tanto como yo.
Eres grande Daniel, grande como las estrellas que hoy bombardean el cielo e iluminan a las nubes. Eres grande como la vida y el tamaño de tu corazón es tan grande como el mismo universo. Por eso yo digo, y muy agradecida, que eres mi estrella.