Felicidades Lucía
Me siento frente al piano y veo tu silueta tocando una y otra vez las mismas notas hasta que logras sacar esa canción que tanto te gusta. Te escucho tararearla y regresar los dedos en las teclas. No puedes, sigues intentando. Pasan las horas y por fin se escucha la perfecta armonía de esa canción que escuchas en tu computadora y tocas.
Mi recuerdos agolpan mi cabeza y me sonrío. De qué me sorprendo si siempre has sido así. Tenaz, constante, yo antes decía necia, pero no, de necia no tienes un pelo. Cuando eras pequeña, un día, en aquel salón Montessori, estabas sentada intentando emitir un chiflido de arriero desde tus pequeños labios. Me contó Verónica, tu guía entonces, que te veía y te veía muy concentrada tratando de chiflar. Después de más de 40 minutos se acercó a ti y te sugirió que si querías aprender a chiflar le hicieras el favor de salirte al jardín a practicar porque distraías a tus compañeros. Sin siquiera pensarlo te levantaste, acomodaste tu silla, como buena niña Montessori, y te saliste al jardín el resto de la mañana hasta que lograste chiflar. Cómo me divierte esa anécdota Lucía, eras una niñita y chiflabas como arriero desmecatado. La gente te volteaba a ver entre asustada y sorprendida preguntándose ¿cómo una niña de ese tamaño -tendrías tres o cuatro años- hacía eso?
Eres tan perseverante mi amor. También recuerdo cuando te operaron a los cuatro años y tuviste que tener el pie inmovilizado con una férula y te movíamos en silla de ruedas; jamás me pediste ayuda en la noche para ir al baño. Te deslizabas desde tu cama al suelo y te arrastrabas hasta llegar ahí y te las ingeniabas sin yo siquiera imaginarlo. Eras muy chiquita pero demasiado independiente para mi gusto. Sola aprendiste a leer y también las capitales de América Latina. No era fácil pero eras tan constante que aprendías rápido. Tu capacidad de asociación me sorprendía.
Hoy cumples 22 años Lu y me has hecho una mamá inmensamente feliz. Quisiera tenerte más cerca para tontear juntas o hablar de cosas simples de la vida. Acompañarte a comprar zapatos, a ver ropa. Gritarte desde la cocina que ya está listo el desayuno y no me contestes porque te choca que la gente grite.
Ahora me siento en tu cama, bañada de sol y llena de ti. Te escucho siempre riendo, cantando o entrando y saliendo por toda la casa. Dicen que tienes mucha energía que tal vez seas hiperactiva, yo digo que por supuesto no, que lo que tienes es un amor y veneración profundas por la vida y tienes ganas de vivirla, comértela, cantar y hacer malabares hasta con el pelo de tu hermano Daniel.
Feliz cumpleaños Lu. Este año tampoco la pasas conmigo físicamente pero traigo tu foto conmigo -sí, en mi cartera como dice la canción- y me la he pasado llenándote de besos y repitiéndote hasta el cansancio que te admiro, te amo y disfruto la manera en la que disfrutas la vida.